EJÉRCITO NACIONAL
En
el sector de El Escorial pequeños avances de nuestras tropas.
En
los barrios de Madrid ensanchamiento de las zonas ocupadas, rechazándose
varios ataques del enemigo, al que se ocasionaron numerosísimas bajas
y cogiéndoles cuatro ametralladoras.
En
el aire bombardeos intensos de los puntos de importancia militar,
siendo derribados por nuestras fuerzas aéreas cuatro aviones de caza
enemigos.
EJÉRCITO REPUBLICANO
PARTE
OFICIAL DE GUERRA
Frente
del Centro.- La jornada en el día de hoy ha terminado sin
que se modificase la situación de nuestras tropas, a pesar del
intenso ataque del enemigo. Se ha combatido con extraordinaria dureza
atacando las tropas facciosas y contraatacando nuestras fuerzas
briosamente en distintos puntos de la Ciudad Universitaria y Casa de
Campo.
Las posiciones alcanzadas en la mañana de hoy han sido
conservadas.
Se han hecho al enemigo algunos prisioneros, se le ha volado un
polvorín y se le ha capturado material de guerra. Un fuerte
contraataque dirigido por el enemigo contra nuestras posiciones en las
últimas horas de la tarde, apoyados con carros de combate, fue enérgicamente
rechazado, ocasionándoles muchas bajas.
PARTE
DEL MINISTERIO DE MARINA Y AIRE
A las ocho de la tarde.- En el día de hoy nuestras escuadrillas prestaron distintos servicios
de vigilancia sobre Madrid durante varias horas, no siendo posible
localizar al enemigo.
A las once y cuarenta y cinco fue vista una gran masa de
aviones facciosos, compuesta por 18 aparatos de gran bombardeo marca
“Junker”, seis aviones ligeros de bombardeo y 20 cazas, que protegían
a los anteriores. Nuestras escuadrillas evolucionaron rápidamente
entablando combate contra ele enemigo, durante el cual perdimos
nosotros dos aparatos de caza. Derribamos al enemigo seis: tres
trimotores “Junker” y tres aviones de caza. Uno de los trimotores
“Junker” cayó en la Casa de Campo. Los otros dos cayeron casi
verticalmente, estrellándose contra el suelo.
Partes oficiales de guerra: 1936-1939
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La Voz (Madrid). 19/11/1936 |
EXTRAÍDO
DEL LIBRO “DURRUTI, 1896-1936”, DE RAI FERRER (Onomatopeya),
EDICIONES LIBERTARIAS, 1996.
El día 19 de noviembre , los milicianos de la columna Durruti se
preparan para el asalto al Hospital Clínico, ocupado por tropas moras
y guardias civiles.
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Solidaridad Obrera 19/11/1936
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Entramos ahora en el día negro del anarquismo revolucionario...
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Solidaridad Obrera 19 noviembre 1936 |
Tras los primeros combates, los anarquistas ocupan parte de las plantas
del clínico, quedando en la zona superior del edificio un contingente
de tropas nacionalistas.
Enterado de que sus hombre quieren abandonar a toda costa el Clínico,
Durruti ordena a Julio Graves que prepare el coche para dirigirse
inmediatamente hacia allí, y cuando Manzana dice que tiene una reunión
de la CNT preparada para después, Buenaventura responde: “Es cuestión de media hora y si es cierto que se ha producido una
desbandada, mi presencia resultará muy eficaz.”
Cuando el Packard se pone en marcha en dirección al Hospital, en
su interior viajan las siguientes personas: Durruti, el chófer Graves
y el sargento Manzana.
Durante el trayecto, poco antes de llegar al lugar de su destino,
Durruti y sus acompañantes encuentran a un reducido número de
milicianos descontentos, que han abandonado su puesto de combate.
El leonés hace parar el coche; se acerca hasta e grupo y entra en
conversación con ellos para convencerles de que regresen a la posición.
Terminado el diálogo, mientras los milicianos se alejan, Durruti
avanza hacia el automóvil. En ese instante estalla un fogonazo y el
anarquista leonés cae al suelo con una bala incrustada en el pecho.
Ante lo inesperado de la acción, Julio Graves y el Sargento Manzana
salen precipitadamente del coche y meten al herido sin pérdida de
tiempo en el interior del vehículo.
En menos de un minuto, julio Graves, maniobrando lo más rápido
posible hace girar el coche y se dirige a toda velocidad hacia el
Hospital de las Milicias Catalanas, instalado en Madrid.
Veinte minutos después Durruti está en el quirófano, donde continúa
hasta las cinco de la tarde. A esa hora el leonés es trasladado a una
habitación del primer piso.
Efectuado el examen de la herida, los doctores Fraile, Monje, Bastos y
Santamaría confirman que la herida es mortal de necesidad y que
cualquier intervención quirúrgica es inútil.
Con un proyectil alojado en la zona del corazón, los cuatro médicos sólo
pueden redactar un informe en el que especifican el carácter de la
herida y la trayectoria de la bala.
Alrededor de la medianoche, Durruti pierde el conocimiento y entra en
estado de coma.
A las seis de la madrugada del 20 de noviembre de 1936, Buenaventura
Durruti, el hombre y el revolucionario, deja de existir.
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Solidariad Obrera 20 noviembre 1936 |
Cuatro meses antes había cumplido cuarenta años.
El
diagnóstico médico final especifica: muerte causada por una
hemorragia pleural.
La
muerte de Durruti (Joan Llarch)
Durruti con un
mauser a la espalda.
Testimonio
de Antonio Bonilla Albaladejo
El
fatídico 19 de noviembre - La
muerte de Durruti
"Me acompañe de dos hombres de
mi grupo, los dos buenos compañeros. Uno era Lorente, que elegí por
ser el que mejor conducía un coche entre nosotros, el otro era Miguel
Doga, catalán, de oficio carpintero, hombre de pocas palabras y muy
valeroso. Pusimos en marcha el coche que los compañeros de Madrid nos
prestaron porque con el que vinimos de Barcelona era muy viejo y
demasiado grande. Al llegar al cuartel general, Julio Graves que era
el chofer de Durruti, terminaba de preparar el "Packard"
para el sargento Manzana y Durruti que se disponían a salir con él.
Al vernos vinieron hacia nosotros y les conté lo ocurrido. Durruti
dijo que quería tener unas palabras con aquel capitán de la Columna
Del Rosal. Entonces indique a Julio Graves que siguiera nuestro coche
puesto que había algunas calles que estaban batidas por el fuego del
enemigo y nosotros elegiríamos las que quedaran fuera de cualquier
peligro.
En el "Packard" iba Julio Graves conduciendo en el volante;
Manzana y Durruti iban sentados atrás. José Manzana llevaba consigo,
como de costumbre su "naranjero" colgándole del hombro en
tanto que su mano derecha la llevaba herida y en cabestrillo. Durruti,
a simple vista, parecía que no iba armado, pero no era así, porque
el se colocaba en el correaje su "Colt 45" en una funda, que
quedaba oculta por el chaquetón de cuero. El sargento José Manzana
era buen tirador. Ya en una ocasión hallándose la columna en Aragón
fui testigo de ello. Nos encontrábamos en Pina de Ebro en casa de un
compañero, cuando llegaron Manzana y Durruti. En el momento que
entraban, el reloj de la pared casualmente comenzó a dar la hora
sonoramente. Manzana sacó la pistola y le dio dos tiros al reloj que
se quedo mudo. Cuando le pregunte porque lo había hecho, se limito a
contestarme "que no quería que nadie le controlara el
tiempo". Continuando con lo anterior, como he dicho, en el coche
nuestro íbamos los tres: Lorente que lo conducía, Miguel Doga y yo.
Cuando llegábamos a las proximidades de los chalets donde estaban
apostadas nuestras fuerzas extremamos mas las precauciones. Cada vez
que teníamos que virar en alguna de aquellas calles aguardábamos a
que llegase el "Packard" de Durruti para que nos siguiera
perfectamente. Cuando doblamos la ultima calle en la que unos cuarenta
metros mas abajo estaba el primero de los chalets que ocupábamos, nos
detuvimos unos veinte metros mas allá de la esquina. Al mirar atrás
vimos que el "Packard" se había detenido y que Durruti y
Manzana se apeaban del auto para hablar con cinco muchachos que
estaban parados en aquel punto. No puedo afirmarlo pero creo que
aquellos jóvenes pertenecían a la Columna Del Rosal y hasta,
posiblemente, aquella madrugada habían intervenido en el asalto al
Hospital Clínico con los nuestros. El punto donde se encontraban no
estaba batido por el fuego enemigo. Estuvimos parados tres o cuatro
minutos aguardando y cuando de nuevo volvimos a mirar hacia atrás con
deseos de comprobar si el "Packard" nos seguía de nuevo,
vimos que el "Packard" se había dado la vuelta y emprendía
otra vez el camino de regreso rapidamente. Inmediatamente baje del
coche y fui hasta los jóvenes que seguían hablando en la misma
esquina. Al preguntarles por que se había vuelto aquel coche, me
respondieron que había un herido. Les pregunte si habían reconocido
a las dos personas que bajaron del coche para hablar con ellos y
contestaron negativamente."
Manzana:
un campeón de tiro
"Presintiendo que el herido era Durruti, corrí a mi coche, conté a
Doga y a Lorente lo ocurrido, dimos inmediatamente vuelta al coche y
nos dirigimos velozmente al cuartel de la calle Miguel Ángel. Nos
recibió Manzana quien nos dijo que Durruti no estaba porque había
marchado a una reunión del Comité Nacional de la CNT. Le replique
que me estaba mintiendo. Palideció intensamente. Sabia que yo era más
rápido en sacar la pistola. Rapidamente me observó que si estaba en
la Columna era por Durruti y por mi pero que como comprobaba que yo no
le merecía mucha confianza, estaba dispuesto a marcharse de ella en
aquel momento. Le conteste que el mismo se encargara de mandarme un
enlace para avisarme del estado de Durruti. El día 20 de noviembre, día
siguiente, a las cinco de la mañana llegó el compañero Mora en una
bicicleta para decirme que Durruti había muerto. Yo me encontraba en
los chalets con nuestras diezmadas fuerzas frente al Hospital Clínico."
LOS
MANDOS NACIONALES DE "LA BATALLA DE MADRID"
DÍA 19
El día 19 siguió la acción ofensiva de Alzugaray en
la que Durruti
volvió a solicitar un puesto en primera línea. Miaja lo
había relevado el día 17 y sólo ante su insistencia autorizó el
que se le diera una nueva oportunidad para superar los reiterados
fracasos sufridos. Murió al día siguiente en el quirófano del Hotel Ritz (12).
(12)
A resultas de un disparo que le entró por el lado derecho de
su torso sobre las 14´00 horas. Este hecho aún hoy suscita
controversia por no estar definitivamente aclarado y existir versiones
contradictorias sobre el origen del mismo.
Para
mandar sus tropas vino desde Barcelona Ricardo Sanz,
que allí dirigía la Comisión organizadora de Milicias. Cuando
recibió la noticia está en Figueras acompañado del Comandante de
Carabineros Ramos que
mandaba la Defensa de Costas y en Barcelona el Consejero de Defensa,
TCol. Sandino, le
extiendió su nombramiento como nuevo jefe de las Columnas catalanas
en Madrid a las que se incorporó inmediatamente y a las que encontró
en un pésimo estado moral: muerto Durruti y heridos Manzana, Yoldi y Liberto Ros, las
fuerzas de Sanz
pasaron a retaguardia para reorganizarse y fueron sustituidos en el ataque
al Hospital Clínico por el Batallón Mora de
la C.N.T. y el Asturias del 5º Regimiento. Buscando el honor de sus propias
organizaciones políticas, además de la destrucción del enemigo, se
lanzaron al asalto y en él murieron los dos jefes de Batallón. Toda
la moral y todas las ansias de emulación se vinieron abajo y se acordó
evacuar lo que aún conservaban del edificio, donde aún se combatía
piso por piso en cada uno de las siete plantas, que fue íntegramente
ocupado por las
fuerzas nacionales. El Coronel Alzugaray montó en cólera, arrestó a los Capitanes y ordenó
que fuesen expedientados y juzgados. Poco después fue el propio Alzugaray
quien cayó herido y le sustituyó en el mando el TCol. Ortega.
"La
Batalla de Madrid", Francisco Cabrera, Lista TINET
EL CORTO VERANO DE LA ANARQUÍA. VIDA Y MUERTE DE DURRUTI
Hans Magnus Enzensberger.
El volumen
empieza con un prólogo, «Los funerales», y acaba con un capítulo sobre
«La posteridad». Entre ambos se cuenta la historia de un héroe
proletario, desde su infancia en una pequeña ciudad del norte de España
hasta las «siete muertes» de Durruti, que nunca han sido aclaradas. El
autor justifica por qué decidió narrar esta vida basándose
exclusivamente en documentos: reportajes, discursos, octavillas,
folletos; así como memorias y entrevistas con testigos oculares que
sobrevivieron. Esta vida no está escrita por nadie, y por una razón
poderosa: ningún escritor se habría arriesgado a escribirla: «se parece
demasiado a una novela de aventuras» (Enzensberger citando a
Ehrenbourg). Novela-collage, pues, reconstrucción siempre fragmentaria, a
la vez incompleta y demasiado rica, «contradictoria», siempre vinculada
a las centelleantes incertidumbres de la tradición oral: novela de
Durruti donde la Historia aparece como «ficción colectiva».
La necesidad de
este procedimiento narrativo se manifiesta en cada página. Está muy
centrada en la persona de Durruti, el cual, antes de convertirse en uno
de los líderes militares de la guerra civil, participó en España y fuera
de ella en muchos atentados, atracos a bancos y secuestros, actos
clandestinos por definición, y de los cuales sería inútil esperar la
relación exacta. Pero también gira en torno a la naturaleza misma de la
lucha anarquista. En una entrevista reciente en Barcelona, Enzensberger
afirmó: «Fue un trabajo apasionante porque me permitió hablar con un
tipo de personas que en el mundo actual ya no serían reales, porque la
pureza de aquella gente ya no existe», y calificó esa etapa del
anarquismo español como «una de las aventuras más fascinantes del siglo
XX».
Hans Magnus
Enzensberger (Baviera, 1929) es uno de los creadores más agudos y
significativos de nuestro tiempo. En Anagrama se ha publicado gran parte
de su polifacética obra: los ensayos recogidos en Detalles, Polítíca y
delito, El interrogatorio de La Habana, Para una crítica de ¡a ecología
política, Elementos para una teoría de los medios de comunicación,
Conversaciones con Marx y Engels, Migajas políticas, ¡Europa, Europa!,
Mediocridad y delirio, La gran migración, Perspectivas de guerra civil,
Zigzag, El perdedor radical y En el laberinto de la inteligencia, las
novelas El corto verano de la anarquía (Vida y muerte de Durruti) y
Josefine y yo, los libros de poemas Mausoleo y El hundimiento del
Titanic, el libro de poemas y ensayos Los elixires de la ciencia y la
obra teatral El filántropo.
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